jueves, 29 de marzo de 2007

Amor y límites...


El tema de la educación que se les da a los hijos ha sido, desde mucho antes de ser madre, un punto que me ha parecido muy relevante en la vida de un ser humano. Es una tarea ardua, considerando que hay mucho amor involucrado en ello. Hay padres muy permisivos y habemos otros que al parecer desde la cuna quisiéramos hijos perfectos... con el tiempo nos damos cuenta que tanta rigidez tiene el efecto contrario y nos encontramos con unas personitas rebeldes que nos miran con ojitos tristes, desafiantes, o a veces con temor, ante un fuerte llamado de atención… Es el precio de aprender a ser papás: los extremos no sirven.

Me fue muy desagradable ver en televisión el caso de Kateryna Zubkova, la nadadora ucraniana que fue víctima de los golpes y agresiones verbales de su padre, que a la vez es su entrenador… Señalaban ahí otros casos conocidos por todos, como las hermanas Williams y Nadia Comaneci, quienes se han visto envueltas en situaciones similares, todas ellas relacionadas con sus logros (o fracasos) deportivos. ¿A tanto llega a veces el nivel de exigencia de los padres, que termina en agresiones de ese tipo? Obviamente éstos son casos que salen a la luz pública, pero tantos otros que se mantienen en el anonimato son preocupantes. Padres tan empeñados en que sus hijos sean lo que ellos no fueron y que tengan lo que ellos no tuvieron, que finalmente los muchachos no tienen vida propia… ¿Terminarán haciendo lo propio con sus hijos? Círculo vicioso.

Creo, como dije al comienzo, que los extremos no sirven cuando se trata de educar. Hay que lograr un equilibrio entre el amor y la mano firme que hay que poner para que aprendan a desarrollarse dentro de una sociedad. Las agresiones acumulan resentimientos en los niños, y de adultos pueden recordar con detalle tales situaciones, las que probablemente repitan en el futuro con sus propios hijos… Peor aún cuando esto ocurre en la adolescencia, y terminamos viendo a muchachos rebeldes que llaman la atención de la peor manera que se les puede ocurrir (Me vino a la mente el caso del hijo de la ex ministra Blanlot, que desde el asunto aquel de la bolsa con clavos me pareció una tremenda necesidad de atención… aunque no podría asegurar que haya sido producto de agresiones, más bien me parece que quiso enfrentarse a la desidia de sus padres)



El caso de Kateryna finalmente terminó en tribunales. Un extracto de la declaración a los periodistas fue: "Es culpa mía también. Lo desobedecí y él se enfadó. Nunca me lastimaría, es un padre maravilloso (…) Me quiere mucho, se preocupa mucho por mí. Quiero que vuelva para hablar y estar juntos. Es sólo un problema de padre-hija que no tenía nada que ver con mi entrenador o la natación” Por su parte, él aseguró que no se volvería a repetir… Me preocupa, los agresores no cambian de un minuto a otro y sólo porque sí. No soy una profesional especialista en el tema, sólo soy una mujer que vio toda esta situación con ojos de mamá… algo que de corazón quisiera no se repitiera. Finalmente la vida está compuesta de muchos pequeños (o grandes) fracasos que nos llevan a logros importantes, y las experiencias de otros no nos sirven. Debiésemos más bien ser un apoyo cuando se nos necesite, y dejar que cada cual aprenda con sus propias caídas a ponerse en pie nuevamente e intentar mantenerse erguido frente al mundo.

9 comentarios:

LA FULERITA dijo...

Siempre rehuí la sola idea de ser madre, principalmente por miedo. Miedo a no ser buena madre, miedo a perder mi individualidad, temor de fracasar y criar un engendro dependiente de mi que no fuera capaz de valerse por sí mismo, porque si yo apenas puedo ¿Cómo podría enseñarle a un hijo las cosas básicas de la vida? ¿Cómo una depresiva endógena puede mantener a flote hijos cuando ella misma está a punto de ahogarse todo el tiempo?
Sin embargo, de un tiempo a esta parte, hay algo que me falta, una parte de mi que rehúyo (como tantas otras) y aprovecho esta oportunidad que me das para contarte que ser madre es para mi un sueño. A pesar de mis temores, a pesar de mis circunstancias, cada día pienso más en ello, cada vez que veo guaguas, que sostengo a mi sobrino en brazos, me embarga una sensación que no puedo explicar bien con palabras. Alguien dice que quien no puede dar a entender claramente y en palabras, a través del lenguaje, una idea es porque no la comprende.
Pero esto no es una idea. Tal vez sea instinto, tal vez es la presión social (aunque las convenciones nunca me han importado tanto). Lo cierto es que te leo y solo puedo pensar ¡Yo quiero sentir eso! Quiero poder mirar el mundo con ojos de madre. Tener las responsabilidades de una (que imagino deben ser muchas).
Límites podrá haber en la crianza pero no en el amor ¿Habrá lazos más profundos y cariño más ilimitado que el de madre-hijo?
Claro que hay que saber criar y eso necesariamente conlleva límites.
No me atreví a comentar antes porque ¿qué sé yo lo que es y lo que se siente ser mamá?
Pero de amor sé suficiente y a la vez la cuenta atrás de mis hormonas me indica que ser madre es un anhelo que siempre he tenido pero jamás, hasta ahora, había querido aceptar.
No tienes una idea siquiera cercana de lo hondo que han calado tus palabras en mi.
Gracias por "despertarme".

Karin dijo...

Fulz querida, la verdad es que si expuse mi visión de madre fue porque siento que soy más mamá que hija en este minuto… Quiero decir, es mi rol más importante… pero lo que me preocupaba comentar era el asunto de los niños maltratados por exigencias tan tontas… Se que ninguno de ustedes tiene hijos, pero podían comentarme desde su propia perspectiva, era mi idea… Pero te leo y me pasan mil cosas… porque siempre quise casarme y tener una familia (en mis planes estaba tener tres hijos… ya ves, me quedé sólo con uno…). Eso era mucho más importante para mí que ser profesional, por ejemplo… Por eso, cuando me dijeron que tenía un tumor en el ovario izq., cuando me lo extirparon junto con la trompa y cuando me dijeron que tenía pocas posibilidades de ser mamá, fue muy duro… lo tomé con optimismo y nada, a la primera después de la operación apareció porotín… Ansiaba que naciera y conocerlo, pero eso fue sólo el comienzo… Nada es fácil tratándose de los hijos, pero ahí es fundamental lo que tú mencionas: el amor sin límites y el profundo lazo que nos une… La responsabilidad es grande, y no creas que esté exenta de miedos… Miedo a no ser lo suficientemente buena, miedo a que el hecho de no vivir con el papá (aunque él está siempre presente) sea un problema, miedo a ser demasiado severa cuando le exijo que se porte bien y que no sea un payaso cuando hay más gente (le encanta lucirse, ya lo conoces…), un miedo infinito a que le pase algo grave, miedo a ser demasiado aprensiva… la frustración que significó en algún momento no haberle dado la familia que quería para él, en fin… Creo haber escrito en mi propio blog más de una vez acerca de eso… El resto, sale por instinto… al principio no tenía puta idea de lo que le pasaba cuando lloraba, ojalá hubiese nacido hablando y me dijera… pero ahora me basta mirarlo para saber cómo anda…

Insisto en que no se qué decirte… la opción de los hijos es tan personal… en tu caso poco se de qué manera puede afectarte tener un hijo, porque en una de esas te hace re bien... Lo otro: Si no sabes expresar en palabras lo que sientes, te entiendo… aún no soy capaz de expresar de esa forma lo que siento por Diego… Pero sabes de amor… tal vez eso sea un buen comienzo…

estados dijo...

Es un tema tan importante el que expones Karin... hay muchísimos casos, lamentablemente, en los que el amor de los padres es expresado de forma inadecuada, por las razones que sea. Sin duda que todo maltrato es condenable y repudiable, más aún si es de un padre (o madre) hacia un hijo. El problema está en saber justamente cuál es el límite... pues hablamos de amar - educar - enseñar y combinar todo éso no es fácil.

El amor hacia un hijo, según mi experiencia de hija, no tiene límites, y se busca siempre el bienestar de los hijos, pero no resulta así, siempre se cometen errores, lo triste es que los errores son más de los padres que de los hijos, éso es un hecho.

Mantengo la idea de que los hijos pagan las culpas de los padres... asunto acerca del que he pensado mucho y creo firmemente que es así, baste por ej. partir por analizar el caso de Jesús que vino a sufrir de ésa forma para pagar los errores de su padre... si la creación de dios hubiera sido perfecta no hubiera sido necesario que su hijo viniera a este mundo. Pero ése es un ejemplo un tanto alejado de lo terrenal, que es acerca de lo que estamos hablando acá. Si uno analiza el hecho de que los padres quieren que sus hijos sean mejores que ellos podríamos decir entonces que éso implica un nivel de frustración importante en los padres que es transmitido a los hijos. No hay recetas para educar y enseñar a un hijo, afortunadamente existe el amor que funciona como una guía en la que que no hay error, uno sabe perfectamente cuando lo está haciendo bien o mal, el problema es reconocerlo, ser lo suficientemente humilde para éso, y empezar cada día de cero, como si los hijos nacieran cada día denuevo...

Es un tema tan complicado que me cuesta muchísimo hablar al respecto, por una parte profesionalmente he podido contribuir con muchos padres en la educación de sus hijos, pero a nivel personal me es difícil el tema. Como hija, conozco perfectamente los errores de mis padres respecto a mi crianza, y reconozco todo el amor que me han entregado (y siguen haciendo), el problema es que cuando un padre hace daño a un hijo es muy difícil arreglar éso, desde el punto de vista de los padres la culpa hace que muchas veces los errores se agraven más, y desde el punto de vista de los hijos es muy difícil predecir si ése daño tendrá consecuencias, sólo cuando un hijo se vé expuesto a la misma situación se podrá saber si continuará la cadena del maltrato... (aunque hay casos en que es más fácil intuir lo que sucederá, pero aún así no se puede "afirmar" algo al respecto).

Ahora bien, la Fule, ha hablado de cosas muy importantes, de los miedos al momento de pensar en un hijo, miedos que comparto absolutamente, es tan difícil poder imaginar los cambios en nuestra vida con un hijo... por éso creo que no tendría un hijo si no estoy viviendo con una pareja, pero por otro lado estás tú Karin, que vives sola con el Diego, aún cuando el papá está presente, eres tú quién lo enseña y lo educa día a día... entonces se me producen contradicciones que me es difícil manejar.

El sólo hecho de imaginarme una "Tol chica" o un "Tol chico" me llena de una emoción que no puedo controlar... que no entiendo... pero que permanece ahí...

Roberto dijo...

Para mí la paternidad es un tema complejo. Carezco de preparación teórica y práctica como para escribir seriamente. Sin embargo, en cuanto a la dinámica de la violencia en la familia, algo puedo aportar. Las formas de violencia son muchas no sólo la física y la verbal y lo que se vio en las imágenes que circularon por TV entrega muy poca información como para emitir un juicio justo e imparcial. De partida, no pude apreciar ningún golpe franco, sólo manotazos mutuos. Evidentemente la opinión pública juzga y condena con lo poco que tiene. Yo además desconozco todo el contexto familiar coetáneo y anterior de la deportista, más allá de saber que su padre era su entrenador.

Pero eso no me impide emitir una opinión sobre el problema de manera abstracta. La libertad de los padres para educar a sus hijos la hemos consagrado firmemente como sociedad. Es un supuesto. Asimismo la posibilidad de los padres de corregirlos. También la orientación durante la infancia y buena parte de la adolescencia, la que incluye tomar muchas veces importantes decisiones por los hijos. Enfrentarse a la tentación de querer criar semidioses, no seres humanos.

¿Es posible llevar a cabo todas esas tareas sin ningún grado de violencia? ¿Ni el más mínimo? Ni un padre o madre santo podría criar a sus hijos sin levantarles la voz aunque sea una vez. Entonces ¿Dónde está el límite? ¿Lo decide la sociedad, el Estado o la propia familia? Asumiendo que los golpes están absolutamente prohibidos ¿Qué queda para el zamarreo? ¿Los insultos? ¿La ironía cruel? ¿Entregamos todos los bemoles a la privacidad familiar o ponemos a un psicólogo, un sociólogo, un asistente social y un abogado a supervisar todos y cada uno de los movimientos en la relación padre – hijo?

Si alguien tiene una respuesta radical y firme que me la cuente. Por el momento creo que existe una tarea pendiente que parte por determinar que tan inocuo puede ser el ser humano en sus primeras etapas de desarrollo. Porque si llegamos a concluir con certeza que mientras una persona es menor de edad es absolutamente inocente y víctima a todo evento o, de no serlo, toda perversidad es imputable a la negligencia de los padres, ya estaremos dando un paso adelante. Lo mismo si nuestra conclusión es opuesta.

¿Pero que ocurre si un día el hijo de Ned Flanders accidentalmente cambia la TV y queda impresionadísimo tras ver Empire Srtikes Back y decide cortarle un brazo a su padre (la zurda para más recachas)? ¿Será incluso de eso responsable el pobre Ned?

Creo que estamos frente a un ámbito en que lo impactante de muchas situaciones ha hecho que como sociedad exijamos respuestas radicales. Y las respuestas radicales son las más difíciles de todas.

Si hay una cosa de la que estoy seguro es que cuando hablamos de familia, sociedades como la chilena que endiosaron la noción (Art. 1 inciso 2 de la CPR.) cometieron el burdo error de dejar muchos debates esenciales postergados y entregados al sentido común, particularmente torpe en nuestro país asumiendo que para todos y cada uno de nosotros la caricatura es tan simple como que toda familia es tendencialmente lo mejor para el desarrollo de los niños, todo niño es un pedazo de cielo en la tierra, todos los padres deberían ser infalibles y canonizables en un empeño y todo aquel que se aparte de tal modelo merece la hoguera.

Rabinmundo

Pequeñin dijo...

Que ganas de pegarle una patada en la raja a ese hombre (disculpe la chuchada), pero a tipos como ese, hay que alejarlo de sus hijos.

Saludos
www.pequebodyboard.wordpress.com

Karin dijo...

Sole: Es cierto que se cometen errores, y claro que son de los padres… los hijos están en período de aprendizaje… pero siento que también es una buena instancia para crecer como personas… Y si, los hijos puede que paguen culpas de sus padres, pero hablando como hija reconozco haber aprendido mucho de ellos, más que pagar sus culpas… los valores y el amor no los aprendí en el colegio…
Me encantó una frase tuya: ’empezar cada día de cero, como si los hijos nacieran cada día denuevo...’ Intentaré aplicarla…
Respecto de afirmar eso de que los hijos siguen la cadena del maltrato, tienes razón, es una probabilidad pero no una certeza… de hecho yo misma me veo siendo distinta de cómo fue mi mamá conmigo… hago las cosas con el mismo amor probablemente, pero lo demuestro de otra forma…
Para terminar, aunque no esté en pareja y críe sola a mi hijo, pensando que lo hago bien, de todas maneras no es fácil… Por eso mi decisión de quedarme sólo con él, aún cuando hubiese querido un par más…
(Igual sería rico conocer un(a) mini-Tol… ;))

Roberto: Tienes razón, mi juicio no fue imparcial, me quedé con lo que vi y oí… pero nada, me produjo malestar la situación.
En lo que a la educación de los hijos respecta, también creo que es imposible corregirlos sin ser firmes… hablarles dulce y quedito no funciona mucho, al menos no a mi… En cuanto a los zamarreos, insultos, ironías y demases no sólo se dan en el contexto padre – hijo sino en todo tipo de relaciones… Podríamos hablar horas respecto de la violencia verbal, no..? La respuesta radical y firme no la tengo.
De Flanders Jr. tampoco puedo opinar, poco y nada veo a Los Simpsons…
Finalmente, respecto de lo que reza el Art. 1 Inc. 2 de la CPR, la caricatura que señalas me parece precisamente eso: una caricatura

Pequeñín: Tuve las mismas ganas…

LA FULERITA dijo...

Es precisamente por lo que expuso Roberto que no opiné respecto al fondo del tema.
Y es que criar hijos, educarlos y tratar de que sean buenas personas y felices, autónomos, saludables, inmaculados, etc a mi me parece sencillamente imposible, salvo, claro, que hubiese todo el equipo de especialistas monitoreando...
Lo que yo tengo es la experiencia de hija, con padres sobreprotectores, cada uno a su modo. Mi mamá era muy dulce, bromista, no ejercía violencia física pero sí una psicológica: era la víctima de nuestros errores.
Si llegaba a tener una mala nota, se ponía a llorar. Un vez no llegué en la noche y cuando aparecí al otro día era una Magdalena (ojo, que yo tenía como 27 años). Y quiso criar superdotados y hacerlos cumplir su postergación: Ella no estudió lo que quiso y podía (medicina) por no dejar sola a su madre, entonces, no halló nada mejor que tener como meta hijos universitarios y destacados académicamente. Es más, siempre sentí que mi madre no nos hubiese querido de la misma forma si nuestras libretas de notas no estuvieran plagadas de sietes. Ella es mi adoración pero he ahí su violencia.
Por su parte, mi papá era un verdadero energúmeno que trató de tener hijos perfectos en todo sentido y desde su perspectiva de perfección moral. Baste un solo ejemplo: cuando di la PAA y el puntaje no era como él esperaba me dijo ¿Habrá dónde meterte para estudiar barrido de calles? Yo habría quedado en la U que él quería porque estaba a tres puntos y la lista de espera corrió harto más pero a propósito no me inscribí.
En fin, las dinámicas familiares son bastante complejas y del dedo acusador no se salva nadie.

estados dijo...

Es bien complejo el tema Karin, Fule y Roberto. Creo que todos, de alguna forma, nos vemos afectados ya sea porque tú, Karin, tienes un hijo y los demás porque somos hijos y potenciales padres.

A mi entender, la violencia verbal y física surgen producto de la impotencia y de la incapacidad de resolver las cosas de otra manera. Lo bueno es que siempre se pueden resolver las situaciones complicadas, sólo hay que encontrar la vía para ello, y claramente es ésto lo más difícil. Afortunadamente contamos con el amor, nuestra experiencia, información y las diferentes opiniones de nuestra familia o de amigos que nos van permitiendo ver diferentes alternativas, abrirnos a otras posibilidades.

Creo que lo más difícil, al momento de enfrentar una situación complicada es reconocer que debemos cambiar, a partir de ahí, tenemos el 51% listo, el otro 49% lo logramos con amor, información, valentía y tiempo.

Respecto al "mini tol", hace tiempo atrás un amigo me dijo: "podríamos tener un hijo, sería lindo, gordito y con ojos grandes..." supe enseguida que lo que en verdad quería era "hacer" el hijo, recuerdo que trató de darme un beso pero la pata en la raja que le llegó lo mandó rapidito de vuelta a la realidad, igual seguimos siendo amigos un tiempo hasta que la distancia nos alejó.

Karin dijo...

Fulz: Leyendo tu comment aprecié más la labor de mis papás... ellos estaban enfocados en el cuento que yo fuese una buena persona y tuviera una vida feliz, tranquila, rodeada de buenas personas... creo que les importaba que fuésemos cabros respetuosos, "buenos niños", de los que "dan gusto en todas partes"... tenían mucho ojo con las juntas, y los horarios bien restringidos... para ellos, lo que quisiera hacer de mi vida estaba bien, confiaron en mi criterio... pero sea lo que fuere que eligiera, lo hiciera con dedicación, con ganas... en realidad fueron así con nosotros cuatro...
Recuerdo especialmente cuando en 3° medio tuve promedio rojo en matemáticas (el profe era un asco)... Siempre fui buena alumna, promedio sobre 6, pero ese año fue espantoso en ESE ramo... yo lloraba porque me sentía un fracaso y la mamá me vio... recuerdo que la abracé y le pedí perdón, la pobre no entendía nada... cuando le conté me dice toda calma ella "el profe es el viejo chico ese al que nadie le entiende..? y por eso lloras..? hija, pide ayuda a alguien que sepa y estudia para la prueba global... yo se que esto no es tu culpa porque veo como te esfuerzas..." En la global me saqué un 7 (gracias a mi amigo astrónomo que me dio clases particulares).

Sole: Me pegaste en los cachos con eso de 'la violencia verbal y física surgen producto de la impotencia y de la incapacidad de resolver las cosas de otra manera' Reconocer que debemos cambiar, y hacerlo, es un paso tremendo... las cosas se van arreglando solitas y todos nos sentimos mejor...
(Oye, me reí a carcajadas imaginando la situación con tu amigo...)